Estrés significa tensión. Es un término que originalmente proviene de la física y se refiere a la fuerza que se aplica sobre un objeto y que puede deformarlo o romperlo.
En los humanos, es una respuesta natural, adaptativa y necesaria ante los diversos cambios y demandas de la vida. Sin embargo, cuando estas demandas sobrepasan nuestra capacidad, esta respuesta deja de ser natural, pues se da en exceso y produce una sobrecarga de tensión que puede desencadenar distintos problemas de salud que van de ligeros a graves.
Además de los ya consabidos padecimientos relacionados, tales como gastritis, colitis, hipertensión y un largo etcétera, sabemos en la actualidad que si el estrés es demasiado intenso y duradero, puede producir alteraciones considerables incluso en el cerebro. Éstas incluyen desde modificaciones más o menos leves y reversibles, afectación en atención y memoria, hasta situaciones en las que puede haber muerte neuronal.
¿Qué podemos y debemos hacer? Afortunadamente, tenemos bastantes alternativas:
- Establecer prioridades y no tratar de hacer todo a la vez. ¿Todo es tan urgente? Es necesario saber organizar el tiempo y no intentar hacer demasiadas cosas a la vez. Se debe ser menos exigente con uno mismo.
- Aprender a decir “no”. Si se sabe que no se podrá cumplir con un favor solicitado, es mejor ser sincero y decir que no puede hacerlo e indicar razones válidas en lugar de hacerlo mal y lleno de estrés.
- Vigilar nuestra dieta. Para ello, controle el uso de proteínas, disminuya el consumo de grasas saturada y azucares simples. Incluya mucha fruta y verdura frescas y alimentos con un alto contenido en fibra.
- Dormir lo suficiente para dar oportunidad al cuerpo y a nuestro cerebro para recuperarse.
- El ejercicio es fundamental. El ejercicio nos ayuda a eliminar algunas de las hormonas propias del estrés y a liberar endorfinas, las hormonas que nos hacen sentirnos bien.
- Buscar un asesoramiento o consejo. De nada sirve hacernos los o las valientes y pensar que “deberíamos poder solos”. Si por medio de nuestros propios recursos no hemos logrado resolver la situación, puede resultar muy sabio pedir ayuda.
- Evitar confrontaciones cuando se tiene estrés, pues es muy probable que estemos muy irritables e impulsivos. Generalmente, nos arrepentimos de haber hablado o gritado sin pensar.
- Aprender técnicas de relajación. Hacer ejercicios de respiración profunda, visualización, meditación o algún tipo de yoga que requiera técnicas de respiración especiales.